Powered By Blogger

martes, 11 de enero de 2011

Chomsky y los "mitos" del libre comercio


BBC Mundo


"Una de las formas de socavar a la agricultura mexicana es inundando el mercado con exportaciones de Estados Unidos, que sobreviven con subsidios que datan del período Reagan. Eso no es libre comercio".

Noam Chomsky respondió a los lectores de BBC Mundo en una entrevista en la que tocó desde el "interés estatal" de Washington en castigar a Cuba hasta la imagen de "demonio" que se pinta de Hugo Chávez en EE.UU, pasando por los "mitos" del libre comercio", tema principal de esta tercera y última parte de esa conversación.

Lingüista, activista, filósofo, Chomsky ha sido durante cuatro décadas uno de los más feroces críticos de la política exterior de su país.

Con 80 años, el académico estadounidense también advierte contra los peligros de repetir términos sin preguntarnos realmente qué significan. Por ejemplo, ¿es el Tratado de Libre Comercio para América del Norte realmente un tratado de libre comercio?

A lo largo de estas tres entregas Noam Chomsky respondió a esa y otras preguntas desde la ciudad de Boston, donde enseña desde hace más de medio siglo en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachussetts. La entrevista fue conducida por Dalia Ventura.
NAFTA Y EL MITO DEL LIBRE COMERCIO

Algunos lectores preguntan qué piensa usted de los acuerdos de libre comercio.

Cuando la gente me pregunta sobre libre comercio, me acuerdo de un comentario que hizo Gandhi cuando le preguntaron qué pensaba de la civilización occidental. Y su respuesta fue : "sería una idea interesante", y lo mismo sucede con el libre comercio.

Lo que se suele llamar libre comercio en realidad tiene muy poco que ver con libre comercio. De hecho, a veces una gran parte nisiquiera tiene que ver con comercio.

Consideremos, por ejemplo, el tratado de libre comercio entre EE.UU. y México, (Tratado de Libre Comercio para América del Norte, TLCAN o NAFTA por sus siglas en inglés). Tiene toda clase de elementos altamente proteccionistas para beneficio corporativo. Incluye medidas que no tienen que ver con comercio, como las condiciones especiales de derechos de inversión.

El comercio, en el sentido de intercambio a través de fronteras, sí aumentó después del NAFTA, pero ese comercio es en gran medida una construcción ideológica.

En los tiempos de la Unión Soviética si una fábrica manufacturaba componentes de autos en Leningrado, los mandaba a Varsovia para ser montados y luego a Moscú para ser vendidos, nosotros no llamábamos a eso comercio, aunque se atravesaban fronteras. Todo se daba dentro de una economía dirigida.

Y una parte sustancial del comercio entre EE.UU. y México es dentro de economías dirigidas. Así que si General Motors fabrica componentes en Indiana, los envía al norte de México para ser montados y luego venden los autos en Los Angeles, a eso le llaman comercio en ambas direcciones, pero todo tiene lugar dentro de una economía dirigida.

No tenemos cifras exactas, las corporaciones guardan secretos, pero probablemente más de la mitad de lo que se llama comercio, no es libre comercio.

Aparte de eso, una de las formas de socavar y probablemente destruir a la agricultura mexicana es inundando el mercado con exportaciones agrícolas de Estados Unidos, que sobreviven con importantes subsidios del gobierno que datan del período Reagan. Eso no es libre comercio.

Es más, una buena parte de la economía estadounidense está basada en el sector estatal, incluyendo sus sectores líderes como la computación e Internet, que fueron desarrollados en el ámbito estatal durante décadas. La fabricación y exportación de aviones es, por ejemplo, una industria surgida en gran medida a partir de la Fuerza Aérea.
DE HAITÍ A MÉXICO

Así que lo que se llama libre comercio, es un cierto intercambio con elementos de mercado, pero no es libre comercio.

Y esto se nota. El año pasado, por ejemplo, la gran crisis de alimentos en gran parte del mundo en desarrollo, en el primer lugar donde se dio en forma severa fue en Haití, donde hubo disturbios porque la gente no tenía qué comer.

Hasta hace no demasiado tiempo Haití era autosuficiente en su producción de alimentos, pero esta producción se destruyó por medidas de libre comercio que le fueron impuestas, por ejemplo, cuando Clinton decidió acabar con el terror en Haití, que él mismo había apoyado, decidió que no podía permitir el regreso de Aristide e impuso medidas muy estrictas, neo liberales. No se le permitió a Haití establecer tarifas arancelarias para proteger su economía.

Los agricultores haitianos son productores de arroz bastante eficientes, pero no pueden competir con las industrias de alimentos de EE.UU. que obtienen gran parte de sus ganancias de subsidios estatales.

En el caso de México esto sucede con la producción de maíz.

No deberíamos dejarnos engañar por el termino "libre comercio". Es como dijo Gandhi, tal vez el libre comercio sea una buena idea, pero no es el régimen que se está imponiendo.
PROTECCIONISMO DE E.E.UU.

De hecho, el verdadero libre comercio nunca ha sido puesto en práctica por los países ricos salvo por períodos muy cortos cuando les convenía.

EE.UU. por ejemplo, durante su período de rápido desarrollo en el siglo XIX y hasta después de la Segunda Guerra Mundial era probablemente el país más proteccionista del mundo con tarifas muy altas para bloquear el ingreso de bienes de calidad superior del Reino Unido o Japón u otros países.

En la década del 50 EE.UU. tenía la mitad de la riqueza del mundo, ganaba en cualquier competencia, así que se movió en dirección del libre comercio pero temporalmente.

A Reagan se lo ha considerado el profeta del libre comercio cuando en realidad fue el presidente más proteccionista en la historia de posguerra en EE.UU. Duplicó las barreras proteccionistas para intentar salvar a la industria estadounidense de bienes de mejor calidad provenientes de Japón.

Mucho de lo que se dice sobre estos temas es mito y realmente es necesario desmantelar estos mitos antes de siquiera comenzar a hablar seriamente sobre estos temas.

Especialmente en el caso de Reagan hay una organización que se llama El legado de Reagan que ha inventado una figura magnífica, un poco como Kim Il Sung (el líder norcoreano), que no tenía nada que ver con la realidad.

Reagan también fue responsable de muchas muertes, prácticamente destruyó cuatro países en América Central y apoyó las atrocidades cometidas por Sudáfrica en Mozambique y Angola, que causaron la muerte probablemente de un millón de personas. Es un récord bastante espantoso.

Los no elegidos "arquitectos de política"

Noam Chomsky
La Jornada


Los desplazamientos del poder en el mundo, actuales o potenciales, constituyen un animado tópico entre los formuladores de política y los observadores. Una de las preguntas es si China desplazará (o cuándo) a Estados Unidos como el protagonista dominante global, tal vez junto con India.

Este cambio provocaría que el sistema mundial volviera a algo como era antes de las conquistas europeas. El crecimiento económico de China e India ha sido rápido, y gracias a que rechazaron las políticas occidentales de desregulación financiera sobrevivieron la recesión mejor que la mayoría. Sin embargo, surgen interrogantes.

Una medición estándar de bienestar social es el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, cuyos datos más recientes son para 2008. India ocupa el 134 lugar, ligeramente por encima de Camboya y por debajo de Laos y Tayikistán, aproximadamente el mismo sitio que ha ocupado durante años. China se ubica en el lugar 92 –empatado con Belice, un poco arriba de Jordania, abajo de República Dominicana e Irán-.

India y China también tienen mucha desigualdad, así que más de mil millones de sus habitantes caen aún más en la escala.

Otra preocupación es la deuda de Estados Unidos que, se teme, coloca al país bajo el yugo de China. Aparte de un breve interludio, desde hace mucho Japón ha sido el principal tenedor internacional de deuda del gobierno estadunidense. Además, el apalancamiento de los prestamistas está sobrevalorado.

En una dimensión, el poder militar, Estados Unidos se yergue completamente solo. Y Obama está imponiendo niveles históricos con su presupuesto militar. Casi la mitad del déficit estadunidense se debe al gasto militar, intocable en el sistema político.

Al considerar los otros sectores de la economía de Estados Unidos, el premio Nobel Joseph Stiglitz y otros economistas advierten que debemos cuidarnos del "fetichismo deficitario". El déficit estimula la recuperación y puede superarse con una economía al alza, como sucedió después de la Segunda Guerra Mundial, cuando era mucho peor.

Se espera que la deuda crezca, debido principalmente al totalmente ineficiente sistema privatizado de cuidado de la salud –también virtualmente intocable, gracias a la habilidad de las empresas para superar la voluntad pública-.

No obstante, el marco de estas discusiones es engañoso. El sistema global no sólo es una interacción entre estados donde cada uno busca cierto "interés nacional", ajenos a la distribución del poder interno. Desde hace mucho se ha entendido eso.

Adam Smith concluyó que los "principales arquitectos" de la política en Inglaterra eran los "comerciantes y manufactureros", quienes se aseguraban de que sus propios intereses fueran "atendidos de la forma más peculiar", sin importar sus "penosos" efectos sobre los demás, incluyendo el pueblo de Inglaterra.

La máxima de Smith sigue siendo cierta, aunque actualmente los "principales arquitectos" son las corporaciones multinacionales y, particularmente, las instituciones financieras cuya participación en la economía ha explotado desde los años 70.

En Estados Unidos hemos visto una dramática ilustración del poder de las instituciones financieras. Durante la última elección presidencial aportaron el núcleo del financiamiento del presidente Obama.

Naturalmente esperaban ser recompensados, y así fue –con los Programas de Alivio de Activos en Problemas (TARP) y con mucho más-. Por ejemplo Goldman Sachs, la más dominante en la economía y el sistema político. La firma hizo una fortuna vendiendo títulos respaldados por hipotecas e instrumentos financieros más complejos.

Conocedora de la fragilidad de los paquetes que ofrecía, la firma aceptó apuestas con la gigantesca aseguradora American International Group que estos iban a desplomarse. Cuando el sistema financiero se colapsó, AIG también se vino abajo.

Los arquitectos de política de Goldman no sólo negociaron un paquete de rescate para Goldman sino también lograron que los contribuyentes salvaran a AIG de la bancarrota, consecuentemente rescatando a Goldman.

Ahora Goldman está registrando ganancias históricas y pagando gruesos bonos y, junto con algunos otros bancos importantes, es más grande y fuerte que nunca. El público está furioso. La gente puede ver que los bancos que fueron agentes principales de la crisis están prosperando grandemente, mientras la población que los rescató se enfrenta a un desempleo de casi 10 por ciento.

El descontento popular finalmente evocó un cambio de retórica de la administración estadunidense, que respondió acusando de codiciosos a los banqueros, junto con algunas sugerencias de política que a la industria financiera no le agradan (la Regla Volcker y otras propuestas).

Dado que se suponía que Obama iba a ser su hombre en Washington, los principales arquitectos perdieron poco tiempo antes de lanzar sus instrucciones: a menos que Obama se alineara nuevamente, enviarían sus fondos a la oposición política.

En pocos días, Obama informó a la prensa que los banqueros eran buenos "tipos", singularizando a los dos principales, JP Morgan Chase y Goldman Sachs: "Al igual que la mayoría de los estadunidenses, no tomo a mal la riqueza o el éxito de la gente. Es parte del sistema de libre mercado" –como se interpretan los "mercados libres" en la doctrina del capitalismo de Estado. Ese cambio radical es una fotografía reveladora de la máxima de Smith en acción.

Los arquitectos de la política también están operando un verdadero cambio de poder: de la fuerza de trabajo mundial al capital trasnacional.

Martin Hart-Landsberg, economista y especialista en China, explora la dinámica. China se ha convertido en la planta ensambladora de un sistema de producción regional. Japón, Taiwán y otras economías asiáticas desarrolladas exportan a China partes y componentes de alta tecnología, donde se ensamblan y exportan los productos terminados.

El creciente déficit comercial de Estados Unidos con China ha generado preocupación. Se ha hablado menos de que éste se ha reducido marcadamente con Japón y el resto de Asia conforme toma forma el nuevo sistema de producción regional. Las manufactureras estadunidenses están siguiendo el mismo camino, enviando partes y componentes a China para que ésta ensamble y exporte, en su mayoría de regreso a Estados Unidos. Para las instituciones financieras, comercializadoras gigantes de venta al minoreo y los dueños y gerentes de industrias manufactureras, estos desarrollos son celestiales.

Y bien entendidos. En 2007, Ralph Gomory, director de la Fundación Alfred P. Sloan, testificó ante el Congreso que “en esta nueva era de globalización, los intereses de las empresas y los países han divergido. En contraste con el pasado, lo que es bueno para las empresas globales estadunidenses ya no necesariamente es bueno para los ciudadanos estadunidenses.

Examinemos a IBM. A finales de 2008 más de 70 por ciento de los 400 mil trabajadores de la empresa estaba en el extranjero, informa la revista Business Week. En 2009, IBM redujo su nivel de empleo en Estados Unidos otro ocho por ciento.

Para la fuerza de trabajo el resultado podría ser "penoso", según la máxima de Smith, pero es bueno para los principales arquitectos de la política. Las investigaciones actuales indican que aproximadamente una cuarta parte de los empleos estadunidenses será "extranjerizado" en dos décadas, y los que queden se enfrentarán a menos beneficios y sueldos debido a la mayor competencia de los trabajadores remplazados.

Este patrón sigue a 30 años de estancamiento o desplome para la mayoría conforme la riqueza fluye hacia pocos bolsillos, llevando probablemente a la mayor desigualdad de la historia de Estados Unidos.

Pese a que China se está convirtiendo en la ensambladora y plataforma de exportaciones del mundo, los trabajadores del país están sufriendo junto con el resto de la fuerza laboral mundial, como lo anticiparíamos en un sistema diseñado para concentrar riqueza y poder y para que los trabajadores compitan entre ellos globalmente.

En el mundo, la participación de los trabajadores en el ingreso nacional se ha reducido en muchos países –radicalmente en China, generando creciente inestabilidad en esta altamente desigual sociedad.

Así que tenemos otro cambio importante en el poder mundial: de la población general a los principales arquitectos del sistema global, proceso asistido por el socavamiento de la democracia funcional en los países más poderosos.

El futuro depende de cuánto esté dispuesta a soportar la gran mayoría, y si se puede desarrollar una respuesta constructiva que confronte los problemas en el centro del sistema de capitalismo de Estado de dominación y control. De lo contrario, los resultados podrían ser tétricos, como lo revela más que ampliamente la historia.



Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2010/03/07/index.php?section=opinion&article=026a1mun