Powered By Blogger

lunes, 4 de octubre de 2010

Créanle a Saramago


En una vieja entrevista, publicada en La Gaceta de Cuba, el célebre escritor portugués José Saramago, al echarle una mirada al retorcido e injusto mundo en el que vivimos, no pudo evitar decir estas palabras: "En un futuro no muy lejano todos seremos prescindibles".

No se refería Saramago al hecho de que todo hombre, en algún momento del tiempo, viera concluida su capacidad de aportar a la sociedad y le diera paso a otros seres más jóvenes y capaces. No. Se refería Saramago a la condición de sobrantes o de "sobras" que adquieren no pocos grupos de seres humanos en la medida que se convierten en estorbos para estos o aquellos políticos y entonces corren el riesgo de ser exterminados sin misericordia, como malahierba que debe arrancarse sin contemplaciones.

Asusta hoy realmente que en un país como Francia, en el centro del primer mundo, y en el pasado con una política de asimilación y más "tolerancia" respecto a los negros, se practique una política antigitana realmente nauseabunda encabezada por su presidente Nicolás Sarkozy, quien, basado en teorías y análisis muy superficiales y racistas, ha decidido prescindir de miles y miles de gitanos y expulsarlos del país sin que le tiemble la orden.

Después que el general Charles de Gaulle, líder de la resistencia antifascista, decidiera reescribir la historia de Francia durante la Segunda Guerra Mundial y lanzarle un manto piadoso a varios años cargados de traiciones y colaboracionismo con Adolfo Hítler, el honesto Francois Miterrand decidió lo contrario y salió a contar las verdades tal como eran, y entre esas verdades punzantes asomó una que espanta: el gobierno francés entregó a las garras nazis miles y miles de sus judíos, los cuales murieron como reses en el matadero en los feroces campos de exterminio. Hitler había decidido que estos miembros de una "raza inferior" eran prescindibles, y las autoridades francesas se encargaron de apoyar con retorcido entusiasmo esta teoría y el exterminio.

Hace apenas un tiempo escribí sobre los indios de la Amazonía peruana cocinados a balazos por fuerzas del ejército del presidente Alan García. Según las autoridades, los indios, con sus costumbres arcaicas y su pensamiento primitivo, impedían el desarrollo de la zona, por tanto, el cartel de prescindibles les colgaba de todas partes y matar no pocos de ellos aumentaría el nivel de civilización en la zona. "Cuando todos sean barridos –debió pensar el ministro del interior peruano que ordenó ametrallarlos- el progreso del Perú será impresionante". A fin de cuentas –volvería a pensar el ministro peruano- los conquistadores españoles mataron a miles de indios y el mundo siguió igual que siempre". Lo mismo debieron pensar el general Custer y su Séptimo de Caballería mientras les arrancaban el cuero cabelludo a miles de indios prescindibles en el inmenso territorio de los Estados Unidos.

Con el sello de prescindibles van también los palestinos, los mexicanos en el borde de la frontera o dentro de su país, las mujeres de Juárez, los pobres de Puerto Príncipe y los de Nueva York, los bombardeados en Pakistán, los negros famélicos de África… No son pocos. Y, al parecer, van en aumento, a pesar del optimismo de la ONU. Créanle a Saramago. No sólo Hitler ha sido un maestro en el siniestro arte de exterminar sin piedad a sus semejantes.

Por Miguel Terry Valdespino

No hay comentarios:

Publicar un comentario